En 1996, Bill Gates escribió un artículo llamado “El contenido es el rey” en el que hablaba sobre la importancia de la información en la era de Internet. Este título se popularizó y se asumió como una verdad absoluta en ámbitos como el marketing digital. Si no creas un buen contenido, que sea interesante y aporte valor para tu audiencia, estás muerto.
«Si no creas un buen contenido, que sea interesante y aporte valor para tu audiencia, estás muerto»
Hasta aquí parece que todos estamos de acuerdo ¿verdad? Y bien, ¿qué ocurre si trasladamos esta afirmación al ámbito de la formación on-line? ¿Sigue siendo el contenido el rey?
Cuando iniciamos el desarrollo de un curso e-learning empezamos a pensar en multitud de temas que hay que tener en cuenta: ¿SCORM o xAPI? ¿Flash o HTML5? ¿Diseño adaptativo? ¿Hemos definido la línea gráfica? ¿Qué recursos multimedia desarrollaremos? ¿En qué plataforma va a correr el contenido? Todas estas son cuestiones de vital importancia para garantizar el éxito de nuestro proyecto. Pero… un momento, un momento ¿alguien ha pensado en qué vamos a contar y cómo lo vamos a contar? ¿Cuáles son los objetivos de aprendizaje? ¿Quiénes son nuestros alumnos?
Vuelta a los orígenes:
Vivimos tan rodeados de tecnología, innovación y nuevos desarrollos técnicos, que parece que hemos olvidado lo fundamental: sin un buen contenido, los alumnos no aprenden.
«Sin un buen contenido, los alumnos no aprenden»
Podemos darles el curso más interactivo, crear un SCORM perfecto que funcione sin problemas en cualquier plataforma y bajo cualquier circunstancia (una cuestión peliaguda esta que trataremos en otro momento), podemos utilizar efectos y tecnologías punteras, o hacer el mejor diseño gráfico, pero todo esto no servirá de mucho si primero no desarrollamos un buen contenido.
Creo que necesitamos pararnos un momento, reflexionar e intentar volver al origen de todo: la formación. Debemos pensar en objetivos, contenidos, metodologías y estilos de aprendizaje, dedicar tiempo a desarrollar un buen contenido, trabajarlo y a partir de ahí, plantearnos el resto de cuestiones.
En el equilibrio está la virtud:
Por supuesto, con esto no quiero decir que los demás temas no sean importantes ¡y tanto que lo son! Contar con un buen diseño, recursos multimedia atractivos o una buena programación son claves, pero como en todo, la cuestión radica en encontrar el equilibrio y hacer que todo esté compensado.
«El secreto de una formación online de calidad y éxito entre los alumnos radica en encontrar el equilibrio entre la usabilidad, interactividad, estética y, por supuesto, contenidos de valor»
Centrarnos únicamente en una de las “patas” que sustentan cualquier curso on-line nos llevará irremediablemente al fracaso. Parece complicado, lo sé, pero se puede, claro que se puede. Y tenemos unos cuantos botones de muestra que lo corroboran 😉
Algunos consejos de supervivencia:
- Selecciona la mejor materia prima: como para cualquier actividad en la que se elabore un producto, contar con una buena materia prima es fundamental para obtener el mejor resultado. Pues en esto no íbamos a ser menos. En nuestro caso, la materia prima es el contenido “bruto” a partir del cual desarrollaremos los cursos. Contar con un contenido de calidad nos facilitará enormemente el resto de tareas. Y por supuesto, el contenido debe estar actualizado, libre de plagios, etc.
- Conoce a tu audiencia: no lo olvidemos, los alumnos son lo más importante en cualquier acción formativa (independientemente de la modalidad de impartición). Conocer a nuestros alumnos, sus intereses o incluso su nivel de competencia digital son aspectos clave que nos ayudarán a desarrollar un curso adaptado a sus intereses y que cumpla todas sus expectativas.
- No pierdas de vista los objetivos: todo planteamiento pedagógico se inicia formulando los objetivos. En muchas ocasiones, parece que es algo que hacemos por cubrir un expediente, o porque es lo que se supone que debemos hacer y la realidad es que, una vez finalizado el curso, objetivos y contenidos poco o nada tienen que ver. En todo momento debes tener en mente los objetivos del curso y pensar si todo lo que incluyes en él, desde texto a recursos multimedia o actividades de evaluación, ayudarán al alumno a alcanzarlos. Si la respuesta es que no, vuelve a plantearte si realmente eso que vas a incluir es necesario y por qué.
- Sintetiza: estás elaborando contenido para un curso. Céntrate en las cuestiones importantes, plantea ideas de forma sintética y resumida. En conclusión: evita que los alumnos pierdan el interés. Si cada párrafo o cada pantalla trabajan sobre uno o dos conceptos importantes, el alumno estará “enganchado”. Le estamos facilitando el acceso a la información relevante y lo agradecerá. Si damos vueltas y rodeos sobre la misma cuestión, solo conseguiremos que el alumno pierda el interés. Además, no lo olvidemos, nuestra manera de consumir información sigue, cada vez más, esta tendencia. ¡Adaptémonos a ello!
- Trabaja el enfoque: en la formación on-line, uno de los principales obstáculos que debemos salvar es la “soledad del alumno”. No hay un aula, no hay un espacio físico en el que ver al profesor y a los compañeros. Aunque en esto hemos avanzado mucho, gracias principalmente a la multitud de herramientas de comunicación síncrona y asíncrona con las que contamos hoy en día, es algo que no debemos descuidar cuando trabajamos el contenido. Utiliza un lenguaje directo, “habla” con él alumno, plantéale cuestiones dirigiéndote a él para engancharlo, haz que la interacción sea algo más que unos cuantos clics en una pantalla… En definitiva, haz que haya un “diálogo” entre alumno y contenido.
- Mantén una visión global: cada apartado que incluyas en el contenido, cada explicación, concepto o idea debe tener entidad y sentido por sí misma, pero no debes olvidar que forma parte de un todo. Haz un tratamiento homogéneo del contenido. Mantener una estructura clara y estable ayudará a los alumnos a comprender lo que estamos explicando.
- Bonus track: aunque esto ya lo demos todos por hecho, por favor ¡cuida la ortografía!
¿Qué creéis? ¿La vorágine tecnológica y audiovisual en la que vivimos nos ha arrastrado hasta hacernos perder el interés por el contenido? ¿Nos fijamos más en la forma que en el fondo?
¡Esperamos vuestras opiniones!